En su libro titulado “No Place Like Home”, David Staples (2006) señala acertadamente que el trabajo se está redirigiendo de una manera inexorable hacia el hogar mediante el incremento del trabajo en casa. Esto trae consecuencias de todo tipo, algunas benéficas y otras inconscientes. Desafortunadamente los beneficios resultan ser menores y las desventajas son mayores e invisibles. Invisibles e Inconscientes en el sentido de que mediante una organización laboral basada en el modelo doméstico, los empresarios pueden hacer dicha labor invisible, minar los esfuerzos de sindicarse de los trabajadores y reducir hasta el mínimo los salarios. (Federici, 2008, p. 177)
Bajo este esquema es más fácil explotar la “mente” como fuerza productiva y ultra explotadora. Pues basados en la idea de que los tiempos del neoliberalismo habían encontrado su desarrollo en el uso y explotación del cuerpo biológico, somatizando el trabajo a un régimen de control corporal, nuestros tiempos usan un elemento más rentable: la mente.
Individualmente, la mente es una fuerza productiva que no requiere del control corporal. No se necesita desplazar cuerpos de un punto a otro para ponerlos a trabajar dentro de un horario determinado por leyes y derechos. Todo lo contrario, sin el desplazamiento de dichos cuerpos lo único necesario son los incentivos apropiados para que la mente explote el cuerpo que la posibilita. Esto tiene el nombre de “psicosomática” (Han, p. 25)
“Mediante la destrucción de las economías de subsistencia y la separación de los productores de los medios de subsistencia, al provocar la dependencia de ingresos monetarios a millones de personas, incluso a aquellas imposibilitadas para adquirir un trabajo asalariado, la clase capitalista ha relanzado el proceso de acumulación y recortado los costes de la producción laboral.” (Federici, 2013, p. 166)
La división del capitalismo posibilita una mayor y mejor explotación de los cuerpos. La mente ahora se encuentra implícita en la cooperación empresarial, mediante la desigualdad laboral. Pero una desigualdad legal y normalizada por todas las mentes que la posibilitan. El control ahora trabaja por medio del salario e institucionalización del sexismo y racismo, en los regímenes diferenciales que presuponen cualidades dentro de ciertas características de la personalidad. La psicología en servicio de una clase de desigualdad “ius naturalista”. Así, donde unos ven progreso por las condiciones de trabajo “mejoradas”, ocurre que se esconde o justifica la reducción del valor de trabajo para el asalariado.
Lo que viene a recordar el trabajo de Bruce Rich titulado “Mortgaging The Earth”, donde el Banco Mundial ha generado, mediante sus regulaciones para la catástrofe, un estado de guerra que debilita a la sociedad mundial cada vez más. Regulaciones que van posibilitando un control más estricto, con ganancias determinadas a un sector más definido.
No hay que olvidar que el narcotráfico mueve más dinero que el petróleo, las armas y cualquier otra guerra. (Castells, M., 1999). De ahí que el aparato estatal nunca proceda a denunciar los flujos monetarios ilegales de las grandes compañías, pues destruirían el frágil esquema global de “control”. (https://www.globalresearch.ca/justice-and-financial…/5354959)
“El derecho está muy distanciado de las cuestiones importantes, la vida se está feudalizando, y las redes corporativas de favores ganan cada vez más espacio en la vida de los ciudadanos comunes.” (Segato, 2013, p. 107)
Es así que en Ciudad Juárez “se muestra la relación directa que existe entre capital y muerte, entre acumulación y concentración desreguladas y el sacrificio de mujeres”; a través de un “modus operandi”, revelado por un informe del FBI desde 2003. (Segato, 2016)
La devaluación de la mujer y el trabajo reproductivo, implícito y olvidado en la estructura político-económica ha desaparecido toda una microeconomía de lazos primordiales para el aparato social. Y ahora que la biopolitica ha sido suplantada por una psicopolítica (Byung-Chul Han, 2009) que adiestra a todo individuo a la subjetividad de aquello que no encuadra con los patrones del “deber ser”, los problemas se vuelven individuales y se pierden en una casuística infinita. Ante la pandemia por COVID-19 (versión del SARS 1), el encierro se presenta como opción pa el bienestar de todos, la tecnología como apoyo a este fenómeno mundial, la gratitud pareciera ser el “deber ser” de todo ciudadano; pero bajo estas características se esconden procesos de maquinación inconscientes en beneficio de la productividad y el control de las masas.
Pero los empleados van sufriendo poco a poco. En la soledad de sus casas o el hacinamiento de sus viviendas, los trabajadores no saben cómo vivir en encierro. Mientras que las ganancias se corporativizan y expanden hacia los grandes conglomerados, dejando a la población trabajadora en una lucha por quién logra ganar más y conseguir más lujos que su vecino. Los individuos que posibilitan la empresas descubren que no saben cómo divertirse en casa, dan cara a los problemas que esquivaban desde hace meses o años, descubren que todo aquello que dejaron pasar se ha estancado en un cúmulo invisible de problemas personales y familiares. Son los trabajadores, de manera individual, los que perciben una necesidad de apoyo emocional y psicológico a su mente, que trabajaba de manera mecánica antes de la pandemia.
Este es el cuerpo muerto sobre el que las mujeres son violentadas hacia una feminización del trabajo cada vez más devaluado y atroz: “A corpse is running society -the corpse of labour.” (Han, p. 50)
Y nosotros descubrimos que los análisis sobre situaciones “pasadas” no se limitaban a un contexto específico, sino que hablaban de toda la sociedad en su totalidad. Declives económicos, desastres naturales, índices de violencia y deterioro social proveniente de todo tipo de variables, eran los síntomas de un fenómeno más común de lo que llegamos a creer. El cuerpo humano se encontraba presentando síntomas desde hace tiempo. Antes de la pandemia por COVID-19, la situación no iba nada bien, pero nos servía pretender que sí, que los que no tenían beneficios era porque así lo habían deseado o porque no se habían movido tanto como otros. Pero no es así, la riqueza se aglomera y sirve para ocultar la pobreza emocional y mental de los cuerpos que no pueden más. Ya lo había dicho Rita Laura Segato desde Ciudad Juárez: hemos acumulado problemas al intentar distraernos de ellos mediante todo tipo de actividades secundarias.
“Lo que dije sobre Ciudad Juárez es también aplicable a la lógica de la trata y la reducción a la esclavitud sexual: en su espacio sombrío y dañino se sellan todos los secretos mafiosos que hoy pavimentan el camino de la acumulación.” (Segato, 2016, p. 21)
“Lo que emerge es que personas “de bien”, grandes propietarios, están vinculados con las muertes. Falta, sin embargo, un eslabón crucial: ¿qué lleva a estos respetados jefes de familia, exitosos en las finanzas, a implicarse en crímenes macabros y, por lo que todo indica, cometidos colectivamente? ¿Cuál sería el vínculo plausible entre estos señores y los secuestros y violaciones tumultuarias que permitiría llevarlos a juicio? Falta ahí una razón. Y es justamente aquí, en la búsqueda de esta razón, que la idea de la que tanto se abusa del “móvil sexual” resulta insuficiente. Nuevas tipificaciones y un refinamiento de las definiciones se hacen necesarios para que sea posible comprender la especificidad de un número restringido sobre las muertas de Juárez; es necesario también formular nuevas categorías jurídicas.” (Segato, p. 37)
Estas personas “de bien” y todos los que, en tiempos de totalitarismo, se esfuerzan por pintar sus límites morales bajo la congruencia y su mejor versión cívica, no son más que deshechos y fracasos de lo que no pudieron llegar a ser; atribuyendo lo que son a una fe en la que se identifican para la felicidad que no encuentran en su familia, trabajo, pareja(s), etc. Todo esto bajo una falsa sonrisa “para” y “sobre” todo. Así como una falta de decisión y un ideal exacerbado en la democracia que tanto evitaba Platón. De ahí que no se involucren en la violencia nacional, que sienten ajena a ellos y codifican con una relación causal de binarismos predeterminados por valores erróneos, moralidad limitada y desvíos cívicos.
“La crisis de la fe cívica se vuelve inevitable. De hecho, el sujeto fundador de las repúblicas de nuestro continente, es decir, el “criollo”, no es tal paladín de la democracia y la soberanía como la historia publicita, sino el sujeto de cuatro características que refrendan su exterioridad con relación a la vida: es racista, misógino, homofóbico y especista.” (La guerra contra las mujeres, p. 25)
Ahora no tenemos otra opción más que voltear a vernos y reconocer la sorted de nuestro cuerpo que necesitan ser sanadas. Así que cada uno puede encontrar las herramientas y decidir usarlas para el beneficio propio, que, poco a poco, será el beneficio del otro. Es por esto que en DERIVA posibilitamos la atención psicológica desde cada caso individual. Generamos herramientas y opciones para que cada individuo inicie un tratamiento en beneficio de sí mismo, partiendo de las condiciones mediciones que posibilitaron el estado y experiencia en el que está pandemia lo ha dejado encontrarse a sí mismo.
No por anda hemos duplicado las tasas de seguimiento al tratamiento psicológico, de adherencia al mismos dentro de las primeras 5 sesiones y de continuación al mismo a lo largo de 3 meses. Los resultados obtenidos por nuestro modelo de derivación psicológica superan por mucho los realizados por una amplia variedad de estudios respecto al tema. Desde Europa hasta Estados Unidos y Mexico, la derivación psicológica propicia una mejor recepción a un inicio de tratamiento “psi”, así como a la continuación del mismo.