Es un hecho que las tasas de violencia juvenil son excepcionalmente elevadas en África y América Latina. Los niveles más bajos corresponden a Europa Occidental y algunas zonas de Asia y el Pacífico. (Sobrino, 2011, p. 193).
Según datos de la OMS, se calcula que desde el año 2000 murieron 520mil personas en el mundo a consecuencia de la violencia interpersonal, lo que representa una tasa del 8.8%. (Gutierrez, 2017, p. 192).
Esto quiere decir que el maltrato va irrefutablemente unido al comportamiento agresivo, por lo que no debemos esperar a que la interacción escale a niveles de agresión física. El tratamiento preventivo es esencial en la correcta asesoría y tratamiento para víctimas y agresores de comportamientos violentos.
Desafortunadamente normalizamos este maltrato y violencia, al grado de dejarlo pasar como algo que no nos corresponde y deberá ser arreglado por los demás. De esto podemos concluir que, dado que la agresividad humana es siempre ejecutada por alguien y contra alguien, la prevención debe ir dirigida a las condiciones que posibilitan estos actos de agresividad.
Si no existe relación entre víctima y agresor, cualquiera que sea su naturaleza, real o simbólica, la agresión no puede tener lugar. (Muñoz, 1999). Por lo que la agresión no es sólo un factor que proviene de la naturaleza humana incrustada en nuestra genética, sino una conducta que se aprende y repite mediante el maltrato.
Dado que la conducta humana es compleja, debemos entender que el maltrato no sólo puede ser físico o verbal, sino que se da en todo tipo de conducta que implique una interacción interpersonal. Especialmente en ámbitos laborales, nos encontramos con cadenas de poder y un uso despótico de jerarquías en la posición laboral, usadas por los agresores para proteger, justificar y enmascarar su actos de maltrato, abuso y agresión.
Para dimensionar cuantitativa y cualitativamente el fenómeno del mobbing, así como para estimar la relación entre violencia y desempeño laboral, DERIVA utiliza un modelo en cuatro niveles: campaña de comunicación, derivación psicológica especializada, psicoescuela de educación continua y seguimiento de casos a largo plazo.
Ante un fenómeno tan complejo, no hay protocolo que pueda atacar, identificar, medir y tratar estos temas de manera rápida y eficiente. Un coaching o una consultoría no son resolutivos a mediano y largo plazo, ni a nivel clínico. Las empresas suelen caer bajo una venta motivadora y sin saber pedir acciones resolutivas.
Con el modelo DERIVA se analiza todo un sistema para generar cúmulos de información y asistencia especializada a cada caso. Desde una perspectiva psicológica se generan enlaces de atención médica, psicoterapéutica y asesoría legal, dependiendo del caso. No todas las personas e instituciones requieren la misma solución, por lo que en DERIVA canalizamos al especialista más adecuado al caso. Generando evidencia de la actividades y necesidades, proponemos todo tipo de asistencia a la medida de nuestros clientes.
Con los años mejoramos nuestros datos y proporcionamos un modelos cada vez más especializado en la situación de cada uno de nuestros clientes. El objetivo en DERIVA es tratar de forma personalizada a cada persona dentro de cualquier organización, y lo logramos.
Estando ahí para cada persona, aseguramos una herramienta que aumenta las condiciones para que cada caso resuelva y soluciones su objetivos, en la medida de su interés y voluntad por resolverlos. Pues no se puede obligar a nadie a cambiar, pero sí se puede guiar y mejorar las condiciones de atención, búsqueda y asistencia.
Esto es lo que nos hace únicos.
DERIVA.
Para mayor información: deriva.com.mx
Christopher Bravo Montiel, Director de Operaciones
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